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Noventa años para cumplir el sueño de volar.

Ayer fue de esos días que se me quedarán marcados para toda la vida ya que hicimos realidad el sueño de Lucila, que con 90 años siempre quiso volar en globo. Por fin llego el día, serena, sonriente, con la tranquilidad que imagino dan los años, se presento en el sitio de despegue y después de unas instrucciones básicas salimos a volar la ciudad de Valladolid en la cual vive actualmente desde hace muchos años.

Nuestro equipo se encargo de preparar todo, previsión meteorológica óptima, un taburete para subir a la cesta, unos acolchados por si acaso el aterrizaje era algo más fuerte de lo que habíamos previsto, un hueco más grande para ella, etc. Llego el momento del descenso, suavemente tocamos tierra y desde ese momento ella comentaba todo el rato: «parece como que hubiera vivido un sueño del que ahora voy a despertar, tanto tiempo esperando y por fin se ha hecho realidad».
Después degustamos unas riquísimas viandas de nuestra tierra entre risas y comentarios.
Ayer fue uno de esos días que te llenan de fuerza, de satisfacción, de ganas de hacer cada vez las cosas mejor, de esos días que una persona que no conocías de nada te carga las pilas por su vitalidad y ganas de vivir.
Ayer fue uno de esos días donde todas las personas que volábamos junto a Lucila estábamos pendientes de ella, de como reaccionaría durante el vuelo y en el fondo pensando, ojala yo llegue a esa edad con esa fuerza y con las ganas de vivir que tiene Ella.

Sobrevolamos un sitio mágico, la tumba de Los Zumacales.

Hay veces que sobrevolamos sitios con encanto y el que veis en la foto es uno de ellos, se trata de una tumba megalítica llamada de Los Zumacales, descubierta no hace mucho tiempo y que la han acondicionado y adecentado para que se pueda visitar y si lo hacéis veréis que es un sitio con algo especial, con magia.
Se descubrió hacia los años sesenta del siglo pasado cuando una máquina excavadora de la Concentración Parcelaria removió sus piedras para arrastrarlas a la ladera y quitarlas de la zona cultivable, sin saber que se trataba de un sepulcro megalítico.
La tumba es del tipo llamado “redondil”, demuestra que, ya en el primer Neolítico, el hombre dejó de ser cazador y recolector para dedicarse a la agricultura. Levantaron este sepulcro apostando definitivamente por una arquitectura monumental destinada a usos funerarios. Tiene dos hechos diferenciadores: su escasez en la zona y haberse construido en un lugar donde no abundaba la piedra adecuada.
En el interior de la tumba se encontró todo un calavernario de huesos inconexos –excepto tres inhumaciones en correcta conexión anatómica– acompañados de una suerte de ajuares funerarios consistentes en útiles de piedra tallada, hachas pulimentadas –las piedras de rayo–, punzones y espátulas de hueso, cuentas de collar y algún que otro fragmento cerámico. Allí se encontraron también los restos de 18 adultos y de 4 niños, dos de 15 años y otros dos de 10 y de 5.
Las evidencias documentadas durante la excavación arqueológica dan cuenta de los restos de un sepulcro de piedra caliza de tamaño medio con cámara circular de 6,5 metros de diámetro a la que se accedía por un pasillo o corredor. La diferencia respecto al clásico dolmen de piedras hincadas verticalmente –como ocurre en la zona de La Lora burgalesa- es que las piedras que conforman la cámara mortuoria de Los Zumacales reposan tumbadas sobre sus lados mayores, lo que hace suponer que el resto del paramento hoy desaparecido se debía de componer de hiladas de piedra o de tapial pintadas en rojo. La cámara contenía en su interior un osario colectivo y una colección de ofrendas “megalíticas”.
Se encuentra entre los términos de Arroyo de la Encomienda y el de Simancas.
Espero que os haya gustado!