LOS ORÍGENES DE LA AEROSTACIÓN
La primera noticia histórica sobre un globo se remonta al año 1306, en que fue soltado un aeróstato en Pekín, con motivo de la coronación del emperador Fo-Kien. Pero como estas notas difícilmente pueden ser comprobadas, se puede atribuir el “invento” del globo al jesuita brasileño Bartolomé Lorenzo de Guzmán que, en 1700, expuso su proyecto al Rey Juan V de Portugal. Nueve años más tarde, “La Pasarola”, que así se denominó a este primer prototipo, se elevó en Lisboa. El Santo Oficio destruyó gran parte de la documentación sobre este invento y Lorenzo de Guzmán fue encarcelado, muriendo en el Hospital de la Misericordia de Toledo.
Sin embargo, la Historia de la Aerostación comienza el 5 de junio de 1783, cuando los hermanos Montgolfier elevaron en Annonay un globo esférico de 11 m de diámetro utilizando la combustión de lana húmeda. A este aeróstato le siguió el denominado Reveillon que se elevó en Versalles llevando “a bordo” un carnero, un pato y un gallo, verdaderos precursores de la navegación aérea. Se dice que a los hemanos le llegaron algunos de los documentos del malogrado Lorenzo de Guzmán y que fueron la simiente del globo que ellos fabricaron, hecho que, de ser cierto, no resta ninguna importancia a su éxito. Ese mismo año, Pilatre de Rozier, realiza la primera ascensión libre en un globo de aire caliente, acompañado del marqués de Arlandes. Este bravo aerostero murió en 1785 cuando pretendía cruzar el Canal de la Mancha en globo y su aparato se precipitó al suelo. El físico Charles llevó a cabo la construcción e inflación de un globo con hidrógeno, junto con los hermanos Robertin.
La primera experiencia no obtuvo el éxito esperado a causa de la dilatación del gas y el aparato cayó a 20 Km del lugar de partida donde los aldeanos, aterrados al ver caer del cielo semejante cosa, armados con picas y hoces, dieron buena cuenta del mismo.
En noviembre del mismo año tuvo lugar la primera ascensión de un globo de diseño y fabricación “militar” en San Lorenzo del Escorial a cargo del profesor de Química del Real Colegio de Artillería de Segovia, capitán Proust, y cadetes de la misma, ante la presencia del Rey D. Carlos IV. Como resultado de esta ascensión, el Primer Ministro, D. Pedro Abarca y Botea, Conde de Aranda, redactó un informe muy favorable sobre las ventajas de los globos para la observación que desgraciadamente quedó en el olvido.
También las mujeres participaron en esta nueva aventura aeronáutica. Madame Thilde fue la primera dama que ascendió en globo en Lyon en 1784 y Mercedes Coromina recorrió España y Portugal realizando exhibiciones con su globo Granada, sentada en un trapecio que pendía de él.
Francia crea su primera Unidad de Aerostación en 1793 y en 1795 se organiza definitivamente el Cuerpo de Aerostación y la Escuela. Su primer globo, L´Entrepenant, fue utilizado en los sitios de Charleroi y Mauveuges, así como en la batalla de Fleurus, siendo los capitanes Coutelle y Comte los primeros aerosteros militares que la historia reconoce. No tuvo mucha duración ya que Napoleón nunca supo valorar este eficaz medio de observación y suprimió el Cuerpo y la Escuela en 1799. A partir de esta fecha son esporádicas las ascensiones de globos y parece que la Aerostación acaba con el siglo. En 1884 crean sus primeras Unidades Aerosteras el Reino Unido, Alemania y España, como a continuación veremos. En 1885 Italia y en 1886 Holanda. Bélgica crea en 1889 su Escuela de Aerostación y Dinamarca adquiere su primer material. Rusia se había adelantado, ya que en 1864 comienza con material francés y en 1868 crea su propia Escuela de Aerostación.
Estados Unidos inicia su Servicio de Aerostación en 1892 y emplea sus globos en la Guerra de Cuba contra nuestras tropas en la batalla de las Colinas de San Juan, donde nuestra artillería consigue cortar el cable de retención y el globo, seriamente dañado, cae al mar. Su piloto, William Ivy, y el aeróstato se convirtieron en la primera aeronave derribada en una acción de guerra.
Por otra parte, los globos fueron utilizados como medio de transporte y correo aéreo, como lo prueban los 64 aeróstatos que se elevaron en el sitio de París durante la guerra franco-prusiana de 1870.
LA AEROSTACIÓN EN ESPAÑA EN EL SIGLO XIX
En 1884 se crea la primera Unidad de Aerostación Militar en España. El Rey D. Alfonso XII, por R.D. de 15 de diciembre, ordenaba a la 4ª Compañía del Batallón de Telégrafos, la conservación, inflación y manejo de los globos aerostáticos. Mandaba esta Compañía el capitán D. Fernando Aranguren. En 1888 se adquirió en Francia a la casa YON un globo esférico y su tren de inflación y con él se realizaron las primeras ascensiones. Se componía el citado tren de tres carros, uno para el transporte del globo, barquilla, lonas y demás bagaje, un segundo carro transportaba la complicada maquinaria para la producción del hidrógeno y el tercero era el denominado carro torno con una máquina de vapor para mover los engranajes del cable de retención y que fijaba el aeróstato a tierra.
El 10 de julio de 1889, tuvo lugar la primera ascensión del globo YON en vuelo libre. El “María Cristina”, que así fue bautizado, según diremos más adelante, ascendió hasta 400 m. y descendió en Velilla de San Antonio. Iba tripulado por el Teniente Coronel Ayllón, Jefe del Batallón de Telégrafos, Tcol. Pérez de los Cobos, Ctan. Aranguren y el Tte. Sánchez Tirado.
La Casa Real española prestó en todo momento su apoyo a la Aerostación con su presencia. La Reina Regente Dña. María Cristina, a poco de recibir el Batallón de Telégrafos su primer globo, se personó el 27 de junio de 1889, sin previo aviso, en la Casa de Campo donde, junto al estanque de patinar, la 4ª Compañía del Batallón de Telégrafos hacía prácticas y maniobras de inflación con el recientemente adquirido Tren Yon. Sin dudarlo un instante, la Reina subió a la barquilla con el Teniente Coronel D. Lícer López de la Torre Ayllón y realizó una ascensión. Como recuerdo de la misma se acuñó una medalla y desde ese momento nuestro primer globo recibió el nombre de María Cristina. Días después fue S.A.R. la Infanta Isabel la que ascendió hasta una altura de 500 m en este mismo globo, longitud máxima de su cable de retención.
Los globos esfericos no presentaba las condiciones necesarias de estabilidad en el aire con vientos fuertes para realizar buenas observaciones, la elección fue el globo-cometa alemán drachen-ball o Parseval-Siegfield este globo permitía una mayor estabilidad frente al viento, también se adquirieron cilindros de gas modelo alemán mannesman.
Bien es verdad que hoy en día la aerostación es solo un deporte, una forma más de volar, pero en los años que comentamos no existían ni el “ala delta”, ni el parapente, ni los ultraligeros. Sin embargo tanto los aerosteros militares como los civiles pudieron practicar el “globing”. La pasión por volar, uniendo deporte y aventura, sedujo a aristócratas y burgueses, a periodistas y aerosteros militares y arrastró a multitudes. Fue D. Jesús Fernández Duro, asturiano, entusiasta aeronauta y aventurero y el entonces Teniente Coronel Vives quienes, junto con otros hicieron realidad el Real Aero Club de España. La ceremonia inaugural fue el 18 de abril de 1905 en el Parque del Gasómetro de Madrid, con asistencia de la Familia Real y supuso el inicio de elegantes convocatorias.
Para celebrar esta inauguración, se celebró, un mes más tarde, una ascensión, con la elevación de cuatro globos esféricos pilotados por el Sr. Fernández Duro y otros tres oficiales de Ingenieros. Desde entonces no hay acontecimiento importante en Madrid en el que no figure un concurso o exhibición aerostera, como el del la propia boda de Rey, y en todas ellas estaban presentes los aerosteros militares de Guadalajara.
El primer Reglamento del Real Aero Club fue redactado en el Servicio de Aerostación y militares como Kindelán o García de Pruneda y civiles como Torres Quevedo y Eduardo Magdalena estuvieron desde el principio en sus filas. En 1905 tuvo lugar la primera competición organizada por este Club y el Real Automóvil Club. Despegaron once globos y fue ganador el “Alfonso XIII” tripulado por el capitán Kindelán y el Sr. Rubana. En esta prueba, el propio Rey, D. Alfonso XIII, participó conduciendo un automóvil en la persecución de los globos, una de las características del concurso.
También el citado capitán junto con el Sr. Fernández Duro acudieron al Gran Prix que el Aero Club de Francia organizó en ese mismo año mientras que en Madrid se organiza un nuevo concurso aerostero para celebrar la visita del Presidente de la República Francesa en el que participó Madame Gratz, célebre aerostera de esa nacionalidad. Algo más arriesgada fue la ascensión que protagonizó el capitán Kindelán con el globo María Cristina con motivo de un concurso celebrado en Barcelona en 1907 y organizado también por el Real Aero Club. El María Cristina fue arrastrado por una tormenta al interior del mar y allí permaneció en vuelo a la deriva durante dos días, hasta que cayó al mar. Afortunadamente el piloto fue recogido por el vapor inglés “West Point”.
En 1923, dentro de la Semana Deportiva Municipal de Madrid, tuvo lugar una singular carrera en la que participaron globos y automóviles, concediéndose una copa para cada una de las modalidades. Se celebró la competición el día 14 de julio y se elevaron los globos “Polar” y “Fernández Duro” de 2.300 m3 y los “Clío” y General Vives” de 900 m3. El resultado fue el siguiente:
– 1º “Fernández Duro”, pilotado por Ortiz de Zárate.
– 2º “Polar”, con Gómez Guillamón como piloto.
– 3º “Clío”, al mando de García Vallejo.
– 4º “General Vives”, con La Llave como piloto.
Los dos primeros clasificados volvieron a competir el día 24 del mismo mes. Se exigió a los aerosteros una permanencia mínima en el aire de 3 horas, con el fin de poder realizar una persecución de los globos por tierra, otra de las novedades del concurso. El “Fernández Duro” aterrizó en Colmenar del Arroyo, donde le aguardaba el Sr. Muro, mientras que el “Polar” lo hacía en un lugar inaccesible al vehículo conducido por el Sr. Sañudo, en Robledo de Chavela.
Sin embargo la competición más importante desde el punto de vista aerostero fue la Copa Gordon-Benet. Este financiero y periodista americano estableció con la ayuda de la Federación Aeronáutica Internacional un concurso anual para disputar la copa de su nombre. El ganador era el que lograba alcanzar la máxima distancia desde el punto de partida. En la primera, que se celebró en París el año 1906, participaron los tenientes Herrera y Kindelán. España siguió enviando sus globos y sus aerosteros, representando tanto al Servicio de Aerostación como al Real Aero Club, hasta el año 1934, dando pruebas de su valía y espíritu deportivo aunque, por otra parte, nunca alcanzasen la victoria. En la competición del año 1923 participaron tres globos; el Fernández Duro del R.A.C, el Polar de la Aeronáutica Militar, y el Hesperio de la Aeronáutica Naval.
Quiso la mala fortuna que un grave accidente producido por un rayo fuera el motivo de que el capitán de Infantería, D. Pedro Peñaranda Barea perdiera la vida, si bien milagrosamente pudo salvarse el otro tripulante del “Polar”, el teniente Gómez Gillamón. En su recuerdo, el Servicio de Aerostación dio su nombre a un globo, como lo hizo también con el Comandante Molas, Coronel Rojas, Capitán Arenas y General Vives.